Atrás queda la flama impostergable que hizo el día,
el vuelo de mariposas que dejó la esperanza,
un cielo insobornable de oraciones y rezos,
el herrumbre y el insomnio,
la póstuma noche que nos vio morir,
dejando un día menos,
sobre el mar y los calamares de la tristeza.
He de olvidar los ecos , aquellos...
La nostalgia del destino,
el sueño de las cosas que pudieron ser,
la joven algarabía de la sangre, mis rabias y amores.
He de olvidar lejos para siempre el adiós que no dije.
Atrás queda la espera,
con las horas caídas y sus puertas de cristal,
el recuerdo que bate sus alas para no decirme adiós nunca
y la pequeña veta de amor que brilla eternamente
para el corazón .
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